El banco estadounidense Wells Fargo ha anunciado el próximo de la oficina de representación que tiene ubicada en la capital de Madrid.
Según la entidad financiera, este cierre entra dentro del plan estratégico de reducción de costes que está llevando a cabo en todo el mundo y mantendrá todos los mismos servicios a sus clientes, a través de una plataforma digital.
Wells Fargo no apuesta por las pequeñas oficinas locales
El sector financiero tiene dos estrategias plausibles en España. La primera es la más conocida de todas, por su carácter histórico. Consiste en la representación del banco mediante la apertura de innumerables oficinas locales.
La estrategia basada en la esencia de comercios locales, incentiva la atención personal al cliente de forma continua. Tiene un efecto muy positivo en la afinidad del cliente con la entidad, pero supone un coste excesivo para muchos bancos.
La otra estrategia es la que plantea la posibilidad de ofrecer servicios digitales, con una mínima presencia física. Wells Fargo se había sumado a esta tendencia, que cada vez está más presente entre entidades de todo el mundo, pero ahora ha querido dar un paso más allá mediante los servicios exclusivamente online a sus clientes.
¿Funcionará la estrategia de Wells Fargo?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que Wells Fargo no está realizando este cambio a nivel mundial por razones puramente estratégicas, sino también económicas.
La entidad quiere recortar costes y de su presencia en 16 ciudades de toda Europa, ha reducido el total solo a Londres, Dublín y Fráncfort, centros económicos de nivel internacional.
Por tanto, lo primero que deben conseguir desde Wells Fargo es implementar estos servicios digitales, consiguiendo de forma efectiva una reducción de costes, sin que por ello la experiencia del cliente se vea perjudicada.
En caso de que sucediera, Wells Fargo se expondría a la pérdida de clientes, lo que consecuentemente motiva que se tenga que vender su presencia a otras entidades más consolidadas en el país del que desee desaparecer completamente.
El punto positivo es que si los servicios digitales suplen las necesidades de sus clientes (que en la mayoría de casos son exclusivamente empresas) e, incluso, pueden repercutir en un descenso del coste de los servicios, es posible que su negocio paradójicamente crezca, pese a que su presencia física en el país haya menguado o desaparecido.
La decisión, además, es inamovible. De hecho la entidad confirma que el 31 de diciembre de 2018 ya se dio de baja en el registro correspondiente su oficina en Madrid.
