El management de una pequeña empresa suele ser bastante sencillo. Sin embargo puede presentar algunas situaciones bastante delicadas, que debemos gestionar lo mejor posible para evitar un perjuicio mayor del que ocasionan realmente.
Cuando se producen despidos
Los despidos podrían representar una de las situaciones más delicadas en un pequeño negocio, porque principalmente afectan a dos tipos de profesionales, los que se ven despedidos y los que temen verse en esa situación
Para los que son despedidos, una acción demasiado agresiva o poco conciliadora puede arrastrar una mala reputación de la empresa que podría hacerle perder potenciales clientes.
Pero el resto de empleados, al tratarse de un pequeño negocio, temen que la situación económica de la empresa o las situaciones concretas de determinado trabajo también les afecten a ellos.
Conciliación y conversación son las dos mejores acciones con las que evitar esta clase de situaciones imprevisibles.
Clientes del mismo sector
En ocasiones, un pequeño negocio puede llegar a desarrollar una alta especialización en un sector general, hasta que dos clientes que presentan competencia directa se presentan como opciones para los servicios o productos de la empresa.
No es recomendable la ocultación de información en estos casos, dado que siempre se puede dar la situación de que los profesionales lleguen a enterarse, teniendo el peligro potencial de perder a dos importantes clientes y fomentar también una mala reputación.
En lugar de ello la honestidad es la mejor estrategia, siempre debemos anteponer los clientes ya obtenidos frente a los potenciales todavía no contratados. Si comparten el mismo sector pero no son competencia directa, entonces se puede exponer la posibilidad de trabajar para ambos, siempre que la incompatibilidad esté completamente descartada.
Ascensos
Si un despido es delicado, un ascenso no lo es menos, sobre todo en pequeños negocios. Hay que tener en cuenta que en algunas pymes los éxitos y objetivos se consiguen con el esfuerzo del trabajo de un equipo de profesionales.
Premiar con un ascenso a uno de ellos, sobre todo si no es quien dirige al equipo en concreto, no será bien aceptado por ninguno de los implicados, ni siquiera por la persona que consigue dicho ascenso, ya que creerá que ha sido más consecuencia de la fortuna que de su esfuerzo realizado o, como mínimo, se considerará una situación de comparación negativa frente al resto de profesionales.
Lo mejor es que los ascensos sean protagonizados por los jefes de equipo o departamento, además de acompañados de cumplidos públicos hacia el resto de profesionales por el esfuerzo realizado.